Lo conocí en mi infancia,
solía llevarme siempre con él a todas partes, incluso cuando estaba con sus
amigos.
Siempre comíamos en un extraño puesto ambulante que estaba sobre una
lancha, recuerdo que teníamos que brincar muchas lanchas que usaba como mesas
para llegar a el curioso puesto donde vendían ese platillo que tanto le
gustaba; aunque para ser sincera nunca me gustó mucho la comida de ese lugar
pues siempre sentía que en lugar de carne, nos daban todos lo desperdicios, sin
embargo él lo adoraba, siempre se encontraba ahí con sus amigos, el dueño del
local nos conocía y siempre nos recibía con una sonrisa a pesar de muchas veces
no fuimos sin pagar.
Tengo mi mente tan llena con sus recuerdos que apenas recuerdo el rostro
de mis padres, curiosamente sólo recuerdo una frase que mi padre me dijo cuando
lo conocí “Mas vale que lo acompañes, tienes que cuidarlo de que no se meta en
problemas.”, y lo decía a menudo con una sonrisa mientras me miraba a mí y a
él; ahora que lo pienso ¿Qué padre dejaría ir a quien sabe donde a su hija con
un joven de mas de diez años mayor que ella?
Solía usar mis mejores vestidos y peinarme de la mejor manera cada que
salía con él pues no quería verme desalineada aún cunado él mismo normalmente
lo estaba, pero siempre ha sido un hombre apuesto y nunca le faltaron mujeres
papaloteando a su alrededor; sin embargo nunca noté que saliera con alguna en
particular, siempre estaba conmigo y solía llamarme “mi muñequita”.
Con el tiempo fue mejorando su gusto con lo lugares a los cuales me
llevaba pues de ir al extraño puesto en las lanchas del puerto pasamos a
frecuentar grades edificios de excelente arquitectura donde estaban grandes
boutiques de ropa exclusiva, restaurantes de primera clase, oficinas
principales de grandes empresas, etc. Cuando esto empezó a suceder yo estaría
entrando en la adolescencia; recuerdo que me hacia probarme todas las prendas
que estuvieran en la boutique y que se las modelara aunque al final no me
comprara nada, y no me importaba pues yo disfrutaba de esa continua actividad.
Pero su gusto en lugres a dónde ir no fue lo único que mejoró, sino también en
su forma de vestirse, cortó su cabello y empezó a lucir muchos trajes claros y
camisas de excelente calidad, siempre pensé en él como en un hombre apuesto pero
últimamente se convirtió en algo más que eso. Ya no lo veía como cuando era
niña, al menos no con el mismo tipo de amor, el hecho de que se acercara a mí
hacia que sintiera un hormigueo en el estomago, el que me tocara me provocaba
electricidad en la piel y con solo mirarme o sonreírme hacía que mi corazón
estallara en palpitaciones desenfrenadas, muchas veces me pregunté si no oiría
el escandaloso palpitar de mi corazón.
No entendí lo que me pasaba hasta que un día, justo cuando cumplí los
dieciséis años me llevó como siempre a una de esas lujosas boutiques para que
me probara como de costumbre infinidad de prendas. Cuando terminé de modelarle
la última (un hermoso vestido corto de blanco y negro), me dijo que no me lo
quitara, lo miré atónita, estaba asustada de que intentara hacer lo mismo que
hacía cuando me llevaba a ese extraño puesto de desperdicios de carne en el
puerto pequeño. Pero mi sorpresa fue grande cuando lo vi pagar con tarjeta
platino y que la dependienta me embolsaba todas las prendas que me había
probado, tomó todas las bolsas, se acercó a mi y me susurró al oído “feliz
cumpleaños” me sentí tan sorprendida, normalmente me llevaba a comer helado o
me regalaba algún tipo de artefacto que una niña no podría usar y sin embargo
yo atesoraba cada regalo de él.
Me llevó a comer a uno de esos restaurantes finos, pidió de los platillos
más caros sin preocuparse por el precio, me empezaba a preocupar pues siempre
se estaba quejando de su baja economía. Al final del día me llevó a mi casa,
como siempre me quedé un rato más en el carro pues no me quería separar de él,
conversamos un rato y casi me quedo helada cuando se acercó y dijo con voz
pausada, grave y seductora “Ya eres una mujer, y además una mujer muy hermosa”
al terminar de decir esto se acercó aún más y lentamente rozó sus labios contra
los míos, cerré mis ojos y correspondí a su beso colocando mi mano sobre su
mandíbula, el beso se volvió mas intenso y sentí sus fuertes manos recorrer mis
hombros y deslizarse por mi cintura; en mi interior había un caos total, su
piel contra mi piel, sus labios besándome con pasión provocaban que mi piel
ardiera, mis piernas y vientre se sintieran pesados y que mi corazón intentara
destrozar mi pecho o que simplemente estallara debido a su estrepitoso latir.
Desde esa noche nos volvimos amantes, yo sentía que mi vida dependía de
él, que vivía por él. Ya no me podía separar de él, lo amé al grado de que ya
no me importaba si él me amaba o no, era feliz con el solo hecho de que me
permitiera amarlo. No supe cuanto tiempo estuvimos así, recuerdo que esos
fueron los tiempos más felices de mi vida, no me importaba nada más que él, no
recuero que pasó después, solo recuerdo que una noche fue a dejarme a mi casa
como de costumbre, me besó apasionadamente como la primera vez que lo hizo y
después de dejarme arrancó el convertible clásico que siempre había tenido (una
herencia de su padre, decía) y en la mañana que salí como siempre para que me
recogiera él no llegó, lo llamé a su celular pero no me contestó, dejé mensajes
que nunca regresó, y así fue como desapareció por completo de mi vida, nunca
volvió a pasar por mí para llevarme a donde él quisiera y hacer lo que yo
quisiera. Recuerdo que solo tenía diecisiete años cuando esto pasó, una semana
después de que ya no volvió por mí me di cuenta de que ya no regresaría, ni
siquiera una llamada había recibido de su parte, cuando lo fui a buscar a su
departamento me dijeron que se había ido hace una semana, con eso constaté que
me había abandonado “¿Qué va a ser de mi ahora? He crecido a su lado, he
convivido más con él que con mis padres” pensé desesperada, lo busqué en su
trabajo y me dijeron que nunca había trabajado alguien con ese nombre ahí.
Estaba más que claro, ya no lo volvería a ver, nunca me sentí más sola en toda
mi vida, no concebía mis días sin él, no podía vivir de otra forma, él era mi
único amigo, la única persona con la que socializaba, me sentía perdida y sin
saber que hacer. Cuando llegué a mi casa no quise saber nada, me encerré en mi
cuarto y me puse a llorar enojada, desesperada, impotente y sobretodo triste,
no lo soportaba, grité furiosa, golpee las paredes, podía oír gritar a mi madre
que le abriera la puerta, pero aunque quisiera hacerlo mi cuerpo seguía
destruyendo todo lo que encontraba a su paso, bueno, casi todo, lo único que
sobrevivió fue un porta retratos que él me había regalado con una fotografía
nuestra, me desplomé al verlo, recordaba bien ese día: “No necesito una foto
tuya porque siempre te tendré a mi lado” le dije sonriendo “Me ves todos lo
días, pero quiero que también me veas en las noches que tus padres están en casa” me respondió y luego me dio un
beso. “Maldito, pensabas abandonarme después de todo” murmuré y seguí llorando
en silencio… ese es mi ultimo recuerdo de esa época.
Para cuando tuve conciencia nuevamente de mí ya habían pasado cinco años
desde ese día y yo ahora tenía veintidós años, había elegido la carrera de
modelaje, era famosa en las revistas de moda, los diseñadores más exclusivos se
peleaban por mí y dondequiera que miraras mi foto estaba ahí anunciando
cualquier cosa que se vendía como pan caliente sólo por que yo la anunciaba.
Amaba las pasarelas y las continuas sesiones de fotos, me recordaban mi
adolescencia y parte de mi infancia modelando para él, cuando miraba la cámara
lo miraba a él, cuando modelaba en una pasarela sentía que él estaba mirándome
desde algún lugar, había aprendido a vivir sin su presencia física, incluso
había momentos en los que no pensaba en él y ahora tenía muchos amigos que me
ayudaban a olvidarme de él en mis momentos de soledad, cuando no era enfocada
por miles de cámaras en una pasarela o en una premier, se podría decir que mi
vida era perfecta y que volvía a ser feliz, nada me faltaba.
Pero un día llegó a la que hasta ese momento había llamado “mi mejor
amiga” a invitarme a la presentación de un libro hecho por un reconocido
escritor, estaba tan concentrada en mi éxito que no me percataba del éxito
ajeno que no me había dado cuenta que ese libro había sido una bomba, traducido
a quién sabe cuantos idiomas y un millar de copias vendidas “¡Eres la única
persona que conozco que ni en el mundo hace este libro y a su autor!” me
recriminó, me disculpé y le pedí que me lo prestara para darle una ojeada, me
bastó con abrir la portada y ver la fotografía del autor: era él. Me desplomé
dejando caer el libro.
Ese mismo día compré un periódico y leí que el autor haría la presentación
oficial en un lugar conocido, muy conocido para mí: en el primer edificio de
excelente arquitectura y acabados lujosos de exquisito gusto al que él me
llevó, no me había parado en ese lugar desde hacía cinco años por el mismo
miedo de encontrarme con recuerdos tan dolorosos. Tenía miedo de volver a verlo
pero algo dentro de mí me ordenaba ir y encontrarlo, una desesperación me
inundó y sentí que tendría una terrible crisis como hace cinco años, entendí
que si no iba me volvería loca de verdad. Entré en mi gigantesca habitación de
mi lujoso departamento y revolví todo hasta que encontré lo que había estado
buscando y que había escondido muy bien por tanto tiempo: el porta retratos con
nuestra fotografía. Lo miré por largo rato sin parpadear, mi vista solo se
enfocaba en sus ojos verdes, alegres y llenos de vida, sentía que volvía a la
adolescencia. Llamé a mi amiga para que me acompañara a comprar un vestido,
quería el mejor, el que resaltara al máximo me belleza, quería estar hermosa
para él, como lo deseaba cuando era niña.
Mi amiga pronto llegó y nos fuimos a ver a mi diseñador favorito, el único
que sabía exactamente lo que quería, me mostró varios modelos y finalmente me
mostró uno que de inmediato supe que le gustaría a él. Finalmente el gran día
llegó, viajé junto con mi amiga a mi ciudad natal, no me atreví a contarle mi
historia, de hecho apenas era conciente de que ella estaba sentada a un lado
mío hablando como una cacatúa, mi mirada estaba perdida mirando las nubes por
la ventanilla del avión, no iba en primera clase como solía viajar usualmente,
quería viajar de incógnito, de cierto modo no quería que él supiera que yo iría
a su presentación, seguía teniendo miedo de volver a verlo y a la vez tenía una
inmensa necesidad de verlo. Cuando llegamos mi pernas temblaban, al entrar al
hotel mi amiga seguía hablando, quejándose del servicio del avión, y el estado
del hotel pues este tampoco era muy lujoso como en los que nos hospedábamos
normalmente. Después de comer y descansar comenzamos a arreglarnos, me bañé con
agua fría para calmarme un poco, mi amiga me maquilló como lo hacía para las
pasarelas pues resulta que ella era mi maquillista personal, arregló mi largo
cabello castaño, me llenó de accesorios de exquisito diseño que me había
regalado mi diseñador.
Cuando llegamos al lugar una oleada de recuerdos me invadieron, el pasado
que había tratado de olvidar había regresado. Lo busqué ansiosamente con la
mirada pero no lo hallaba, supe todavía no había llegado porque él siempre
resaltaba de los demás. Fue cuando escuche un alboroto que supe que ya había
llegado, mientras que mi acompañante corrió a conocerlo yo me quedé clavada en
mi lugar y le di la espalda, estaba temblando y estaba aterrada de que me
descubriera.
Finalmente llegó a donde
estaban todas las copias de sus libros, me atreví a verlo de reojo: era tan
atractivo, sus facciones habían madurado y eran afiladas, sonreía
seductoramente y muchas mujeres suspiraban, yo conocía bien esa sonrisa y
muchas veces me la dedicó solo a mí.
No puedo negar que me sentí celosa de que la sonrisa que alguna vez fue
solo mía ahora fuese compartida entre tantas otras mujeres; sin embargo, mis
ojos captaron algo que no habían visto antes, su mano aferraba otra mano
femenina, y lo hacía como muchas veces me había entrelazado sus dedos en los
míos, sentí como alguien me clavara una espina en el corazón y luego lo
apretara y retorciera, pero mi cara no expresó nada. Luego él pidió silencio “Tengo que anunciar algo
muy importante. Hoy estamos reunidos aquí no solo para presentar este libro que
al fin pude y me atreví a publicar, sino también para pedirle a esta mujer que
está a mi lado, que sea mi esposa” cuando terminó de anunciar esto me quedé mas
inmóvil de lo que ya estaba, no lo podía creer, “¿Él casado?” fue lo único que
se me vino a la mente, nunca lo imaginé casado, ni siquiera conmigo, siempre
pensé en él como un alma libre que no se ataría a nada y por esa razón
justifiqué que me hubiera abandonado. Estaba a punto de irme cuando algo
sucedió, sus ojos se encontraron con los míos y supe que me había reconocido,
mi plan era solo verlo sin que él lo supiera. Fingí no reconocerlo y no haber
cruzado miradas, me di media vuelta para busca a mi amiga para marcharnos pero
el viejo apodo me detuvo en seco: “¡Mi muñequita!” gritó y un millón de
recuerdos de mi niñez me atacaron y me provocaron intenso dolor de cabeza y de
corazón, debía irme antes de que mi cuerpo corriera sus brazos y mis labios
besaran los suyos, porque después de tantos años a pesar de todo seguía
perdidamente enamorada de él.
Intenté huir pero ya era tarde, me di media vuelta para encararlo con ojos
llorosos “No me llames así” quise decirle pero mis labios solo se entreabrieron
en espera de un beso que no sería recibido, mis piernas avanzaron hacia él sin
mi permiso, mis manos aferraron las suyas y mi frente se recargó en su
barbilla, “No te cases, ven conmigo y recordemos viejos tiempos” fue lo que mis
labios susurraron en su oído “No te concibo como un hombre atado, por eso
perdoné tu abandono” continuaron moviéndose por sí solos. Solo sentí que me
abrazó fuertemente sin responderme, mi cuerpo encajaba perfectamente con el
suyo, recordé las veces que me había abrazado así y luego me llenaba de
caricias y besos mientras me desnudaba, eso no pasaría ahora. De un momento a
otro me soltó y advertí que se aproximaba su “prometida”, le dí la espalda y me
recuperé de inmediato, para cuando ella llegó yo ya podía sonreír naturalmente
y fingir mirar los libros, tomé uno y leí el argumento: era nuestra historia.
Casi pierdo el control de nuevo, “No quisiera venderlo” dijo él a su prometida
a mis espaldas, me lo estaba diciendo a mí “Pero amor, es tu trabajo y
dedicación de mucho tiempo” contradijo ella “Lo sé, pero es un regalo”
respondió aún hablándome a mí, sonreí feliz y abracé el libro como si fuese él
mismo quién estaba entre mis brazos, depuse de todo era una parte de él en cierta
forma…
—Entonces eso es lo que recuerda señorita.
—Si, por eso aún conservo nuestra foto y el libro.
—Ya veo, bueno, puede retirarse a su habitación.
—Gracias doctor. —se retira la hermosa joven de cabellos
castaños y hermosas facciones, una enfermera la escolta hasta su habitación y
cierra la puerta con llave una vez que ella entra.
—Lástima de chica —murmura la enfermera—, si sus padres
no la hubieran separado de ese joven, ella no se hubiera vuelto una psicópata,
y pensar que esa joven fue una famosa top model que no podrá ser superada en
mucho tiempo. Después de todo, el joven
sigue en estado vegetal y fue ella misma quién lo dejó así —la enfermera
se retira y por las pequeñas rejas de la puerta se asoma la angelical cara de
la jovencita.
—No podía ser de nadie más, no podía ser de nadie más,
no podía ser de nadie más… —murmura la joven entre dientes con la mirada
perdida, hundida en un sueño que acabó por destruirla y carcomer cada pedazo de
su alma.
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